Cómo Ayudar a Sus Hijos a Enfrentarse con el Ridículo

Las situaciones embarazosas forman parte de la vida de todos. De mayores, pueden resultar inconveniencias mínimas que interrumpen un día más bien normal. Uno puede pensar en ello durante un rato pero acabará superándolo. Ya ha vivido muchas situaciones similares antes, y ha aprendido de ellas.

Para los niños, sin embargo, una situación de ridículo es lo más importante del mundo; puede resultarle extremadamente difícil de encarar y ser causa de problemas con la ansiedad y hasta con la depresión.

No podemos alejar sus vidas de toda instancia de ridículo, ya que forma parte de la existencia. Lo que sí podemos hacer, es ayudarles a desarrollar las defensas necesarias y a que tengan mayor elasticidad para que tengan la suficiente confianza para lidiar con el ridículo de una manera saludable.

Para Ayudar a Su Hijo a que Cambie de Conducta, Cambie Usted la Suya

Sus hijos le admiran y le imitan en todo lo que hace, desde el lenguaje corporal hasta las palabras que emplea, cómo se comunica y ciertas coletillas.

En situaciones de estrés, los hijos observan a sus padres en busca de pistas sobre cómo encarar las emociones difíciles. Para ellos, la conducta de sus padres establece el tono del comportamiento que ellos tienen en general. Si está ayudando a su hijo a aprender hábitos emocionales saludables, el primer paso es considerar cómo trata usted con las situaciones difíciles.

Aquí tiene unas cuantas ideas para crear un modelo de conducta para sus hijos:

·         No se atasque en el pasado

Despréndase de los errores o los acontecimientos embarazosos que haya podido atravesar. Si se obsesiona con los errores que ha cometido diciendo cosas como “No puedo creer que hiciera eso”, es muy probable que su hijo aprenda a hacer lo mismo, o que copie las mismas pautas de comportamiento.

·        Mantenga la Calma

Cuando se enfrente a una situación difícil, no pierda los estribos. No reaccione con ira o mostrando claramente su disgusto, al menos delante de sus hijos. Porque si lo hace, le estará comunicando a sus hijos que esto es algo muy importante y que esta es la manera en que usted lidia con este tipo de situaciones. Los niños ven a sus padres como su roca sólida y, aunque resulte difícil ser esa roca todo el tiempo, si la ven romperse en pedazos, puede convertirse en uno de los eventos más traumáticos de sus cortas vidas.

·        No Sea Sarcástico con Sus Hijos

Puede que los niños hagan algo que resulte ridículo pero en cierto modo parezca divertido. Recuerde que no es buena idea tomarles el pelo en estas ocasiones porque si lo hace, ellos le verán como al resto de la multitud que se ríe de ellos y acabarán perdiendo su confianza en usted. Si hasta los detalles más nimios son ridiculizados, los niños acabarán pensando que los fallos menores son razón para sentirse avergonzado. Si su hijo ya es sensible por naturaleza, tomarles el pelo por errores menores puede disgustarles enormemente.

No Invalide Sus Sentimientos, Escuche con Atención

Hay ciertas cosas que a usted le pueden parecer menores, como decir la respuesta equivocada en clase y que se rían todos de él, pero esto puede resultarle muy abrumador a su hijo.

Si se sienten avergonzados y están compartiendo estos sentimientos con usted, es porque confían lo bastante en usted como para que empatice con ellos (aunque ni siquiera sepan lo que es eso), así que no debería menospreciar sus sentimientos. Recuerde, para ellos puede ser el fin del mundo aunque para usted sea algo menor.

Podemos quitarle importancia a la situación diciendo cosas como “no es tan malo como crees” o “tranquilo, no es para tanto”; recuerde ser muy consciente de las palabras que utiliza en este tipo de situaciones.

Mantenga la Calma – Segunda Parte

Cuando su hijo viene a casa disgustado por algo, y usted puede verlo en la casa, lo último que necesitan es que usted también se enfade por ellos. “No puedo creer lo horribles que son tus amigos. Deberían estar avergonzados por reírse de ti.” No asuma que necesitan que haga nada acerca de la situación, solo quieren alguien que les escuche y nada más. Cuando un niño vergonzoso tenga la impresión de que sus padres van a tener una reacción exagerada y tomar acción que solo va a empeorar las cosas, puede que titubee y no se lo cuente. Llamar la atención sobre la situación puede empeorar las cosas, en vez de mejorarlas.

Vea el lado Positivo de Las Cosas

Si su hijo comparte un acontecimiento en el que se han sentido avergonzados, cuide de sus sentimientos, validándolos. Pero, de nuevo, asegúrese de que no se obsesiona con ello o les mima demasiado. En vez de ofrecer simpatía, alabe su habilidad para enfrentar la situación de una manera positiva. Si trataron de lidiar con una situación de manera positiva, ¡alábele! Si cometieron algún error durante una presentación, alábele por seguirla hasta el final y completarla. Reorganice la situación dejando el lado negativo de lado e identificando los aspectos saludables de su reacción. Practique decirles lo siguiente, o al menos a capturar el sentimiento en ello: “Siento mucho que te sucediera eso hoy. Sé que te disgustó pero estoy orgulloso de ti por la manera en que lo encaraste. Hace falta ser una persona realmente valiente para seguir actuando cuando las cosas se ponen feas.” Dígaselo a usted mismo y compruebe lo bien que le hace sentir. Ahora imagínese cómo le puede sentar a su hijo después de un mal día.

Muéstrele una Perspectiva Diferente

Si su hijo cometió un error en una presentación o se cayó en el gimnasio delante de los otros chicos y los demás se rieron, a sus hijos les puede parecer que todo el mundo lo vio, todo el mundo se rió y que nadie se va a olvidar nunca de ello.

Aunque usted sabe que esto no es cierto, para los chicos, sobre todo los adolescentes, puede resultar toda una batalla ver más allá de sus sentimientos y de la situación. Para ellos, es como si su momento de ridículo fuera anunciado en la últimas noticias de la CNN.

Los niños son bastante egocéntricos y creen que todo lo que pasa se relaciona con ellos. Y no lo decimos con mala intención, lo que queremos decir es que creen que todo el mundo les está mirando. Por eso, cuando sucede algo embarazoso, puede parecer que todo el mundo está pensando en ello tanto como ellos cuando la verdad es que se les ha olvidado para el día siguiente, si no antes.

Aquí tiene algunos consejos para cuando esto suceda

·         Ofrezca Perspectiva

Ayude a sus hijos a enfocar sus sentimientos mediante preguntas abiertas que les inviten a la reflexión. Por ejemplo, si cometieron un error durante una presentación, quizá no sean los primeros a los que les haya pasado esto. Les puede preguntar cómo se sintieron ellos cuando otro compañero cometió un error. Al poner sus sentimientos en contexto, les puede ayudar a ver las situaciones embarazosas desde un ángulo diferente.

·        Comparta sus Historias

Al compartir historias de su propia vida, le ayudará a ver el evento como algo normal. “Un día en la escuela, se me cayeron todos los libros en el pasillo y la gente se rió de mí. Había hojas sueltas por todas partes. Entonces unos cuantos vinieron a ayudarme a recoger mis cosas.” Puede hacer esto pero sea cuidadoso y no haga comparaciones. Ofrézcale perspectiva pero no compare, porque se puede interpretar como un menosprecio de sus sentimientos. “¿Crees que eso es terrible? Cuando yo tenía tu edad….” Decirle cosas así a su hijo le indica que sus sentimientos no son importantes y puede que duden de sus sentimientos completamente, lo que puede acabar haciéndoles sentir peor.

A veces, su hijo no va a querer hablar de ello. ¡Adolescentes! Si les hace preguntas, puede que sientan que quiere sonsacarles algo. Sentir vergüenza puede requerir en algunos casos el espacio para sanar y entender mejor las cosas por uno mismo.

Al ayudarles a tomar perspectiva desde todos estos puntos sin minimizar sus sentimientos les facilitará el aprendizaje a partir de sus experiencias y su superación de esto. Y será una herramienta estupenda para desarrollar la autoconciencia más adelante.

Intervenga Cuando Necesite Hacerlo

Sin duda, todos podemos pasar por un momento embarazoso en el gimnasio alguna que otra ocasión y puede que su hijo venga disgustado del colegio. Pero, si su hijo viene habitualmente disgustado de clase y observa un cambio evidente de estado de ánimo o de comportamiento, puede que esté sucediendo algo más grave que usted tiene que saber.

·        Intimidación

Desgraciadamente, los niños no siempre son amables. Pueden ser muy crueles a veces. La mayoría de los niños serán avergonzados en algún momento por sus compañeros de clase.

Y uno pensaría que tienen algún tipo de perspectiva cuando lo cierto es que, para muchos chicos, sus compañeros son la vara medidora de su existencia. Y aquí radica el problema. Siempre se van a dar situaciones en que se pase algo de vergüenza, pero si su hijo se queja de sentirse humillado y de que se burlan de él habitualmente los chicos más mayores o más populares, cabe la posibilidad de que esté siendo gravemente acosado o intimidado.

Para darse cuenta de ello, observe si cambia su conducta a lo largo de un periodo de tiempo. Sentirse bajo de energía de vez en cuando es normal, pero si su estado de ánimo se mantiene abatido la mayoría del tiempo y cambian sus pautas de sueño, disminuye su apetito y siempre parecen estar preocupados, puede que tenga un problema más serio. Si la reacción de su hijo a una situación le resulta exagerada y fuera de lo habitual, puede que se esté enfrentando a algo importante que no puede dejar atrás.

Otra de las señales de que pasa algo es que empiece a crear excusas para evitar ir a la escuela. Fingirá que está enfermo o insistirá en que no quiere volver allí. Los niños que han pasado por una experiencia embarazosa presentan resistencia a regresar a las clases o al grupo social donde esos hechos tuvieron lugar. Si están en clase y piden ver a la enfermera o le cuentan excusas para evitar salir con los amigos, cortar clases o distanciarse de acontecimientos sociales, debería investigarlo.

La Vergüenza como Precursora de la Ansiedad

En algunos casos, el temor a ser avergonzado puede resultar un problema grave. Si alguien tiene miedo todo el tiempo de algo que no ha sucedido y vive en perpetuo temor, puede que esté experimentando ansiedad social.

La ansiedad social afecta a los chicos en la edad de la pubertad y adolescencia, pero se puede empezar a desarrollar a una edad muy temprana. Si un niño con ansiedad social entra en pánico ante la idea de participar en situaciones sociales, puede deberse simplemente a que tiene miedo de ser juzgado o de ser avergonzado por pequeñas cosas como su aspecto, su vestimenta, su manera de hablar. Tiene miedo de que le miren y le juzguen y se rían de él.

Para alguien con ansiedad social, estos temores son muy debilitantes. Para aquellos que ven el potencial de ser ridiculizados a cada momento, las interacciones sociales básicas se pueden convertir en un auténtico campo de minas. Como consecuencia, sus relaciones sufren y pueden alejar a la gente debido a ello. Puede que se vuelvan introvertidos, que no quieran hablar con nadie, y también puede suceder lo opuesto, que se lancen al ataque contra usted, sus amigos, y la gente en general. ¡La idea de ser ridiculizado es abrumadora!

La buena noticia es que no todo está perdido. Los niños con ansiedad social suelen responder muy bien a la terapia cognitiva conductual, y con paciencia y ayuda constante, pueden regresar a sus actividades normales.

Sentirse Avergonzado es Parte de la Vida

Eso ya lo sabemos, sentirse avergonzado de vez en cuando forma parte de la vida. “¡Por Dios, qué idiota fui! No puedo creer que dijera eso,” todos hemos dicho estas frases en algún momento de nuestras vidas. Como padre, es normal que quiera proteger a su hijo de las experiencias que puedan ser dolorosas o dañinas. Pero, al final, la mejor manera de que su hijo aprenda es desarrollando mecanismos para enfrentarse a esas situaciones a través de la experiencia y el aprendizaje. Y por añadidura, que pueda contar con su apoyo. Aunque le resulte tentador hacer todo eso por ellos, es más saludable que les deje aprender a enfrentarse con esas experiencias, ya que es una capacidad que todo niño ha de aprender y que le servirá muy bien el resto de su vida.

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