La Tiranía de los Grupos Escolares en WhatsApp: ¿Dónde Termina?

En las escuelas, la generación digital del momento disfruta de gran comodidad para aligerar la carga de los estudios de sus hombros. Todo lo que han de hacer es coger su teléfono móvil o su portátil para acceder a sus deberes, tareas escolares, material de estudio adicional, además de para comunicarse con sus compañeros en busca de dirección. Es de esperar que los estudiantes tomen las opciones adecuadas cuando utilizan Internet, pero uno no puede librarse de todos los males del mundo virtual.

Del mismo modo que hay gente sacando beneficios de todo tipo de Internet, siempre habrá quienes intenten abusar del privilegio que proporciona dicha conveniencia. Hoy en día, los estudiantes utilizan grupos en WhatsApp para estar al día respecto a sus deberes y tareas. Mientras tanto, algunos alumnos utilizan el grupo para socializarse con sus compañeros de clase e iniciar conversaciones no académicas, algo que no solo altera las formas de un grupo orientado a la escuela, sino que además alienta a que los demás se unan a sus travesuras. Esas conversaciones llevan de una cosa a la otra hasta que uno está metido hasta el fondo en un buen lío.

Actualmente, el ciberacoso se ha convertido en un problema global que gente de todo el mundo trata de combatir. Aun así, quedan muchos casos en los que las autoridades y los padres no han cumplido con su deber y ha habido estudiantes que se han convertido en víctimas de ciberacoso. En Honduras, una niña de 13 años, Vanessa, fue víctima de uno de esos casos. Sus padres le regalaron una Tablet por sus impresionantes calificaciones. Es una alumna excelente que estaba deseando utilizar su Tablet para investigar distintos temas que le apoyarían en sus estudios. Todo iba bien para ella hasta que sus amigos le alentaron a que descargara WhatsApp, diciendo que todos compartían material de estudio adicional en el grupo de clase. Vanessa, que pensó que el grupo le ayudaría en sus estudios, descargó la app de inmediato y se metió en el grupo. Durante unas semanas, se alegró de haberlo hecho, ya que todos los “empollones” de su clase le estaban enviando material adicional. A medida que pasó el tiempo, Vanessa se había hecho más amiga de sus compañeros de clase que nunca. Se pasaba cada día entre 2 y 3 horas chateando con sus compañeros de clase en el grupo de WhatsApp.

Sin embargo, en cierta ocasión un chico envió una lista de números en el grupo y pidió a todo el mundo que eligieran su número y que realizaran el reto que venía junto a él. El reto de Vanessa fue publicar fotos ligeras de ropa de sí misma en el grupo. Vanessa se resistió al principio, pero se acabó dando cuenta de que, si no llevaba a cabo el reto, perdería a todos sus amigos. Y sin pensarlo más, publicó las fotos. Mientras todo esto tenía lugar, los padres de Vanessa no tenían ni idea de lo que estaba pasando en la vida de su hija. Confiaban en ella y no tenían ninguna duda de que ella no accedería a ese tipo de juegos hasta que lo descubrieron. Como consecuencia, sus padres le prohibieron volver a utilizar la Tablet.

Entonces, cuando Vanessa regresó a su clase, nadie quería hablar con ella. Le insultaron y le lanzaron miradas acusatorias. Se sintió incómoda y pronto se dio cuenta de que habían enviado sus fotos a todos los alumnos de la escuela, mientras que otro niño había imprimido las fotos y las estaba vendiendo a 80 centavos por toda la escuela.

Este incidente destrozó la autoestima de Vanessa y su capacidad para confiar en sus amigos. Sintió que se estaban vengando de ella por hacer algo para no decepcionar a sus amigos, mientras que le trataban como si lo hubiera hecho para atraer atención. Enseguida sus calificaciones empezaron a caer y le resultó imposible realizar sus estudios como de costumbre, además de tener que lidiar con la vergüenza y la tristeza que estaba sintiendo. Se convirtió en el hazmerreír de todos.

Al llegar a casa, se encontró con que había gente publicando sus fotos online y haciendo comentarios terribles. Ya no le quedaba donde esconderse de la gente. En ese momento, consideró el suicidio seriamente por primera vez. Sin embargo, antes de que la sangre llegara al río, los padres de Vanessa consultaron a los directores de la escuela y exigieron un plan de acción. El caso de Vanessa fue destacado para los oficiales de Plan International para que las autoridades tomaran nota, y le proporcionaron terapia individual para ayudarle a lidiar con el torbellino emocional que estaba atravesando.

El daño ya estaba hecho, y Vanessa va a tener una larga recuperación de tanto dolor. Hay mucho sufrimiento entre la gente afectada por dichos incidentes, aunque los padres confíen plenamente en su hijo y solo le vigilen de manera casual. Siempre cabe la posibilidad de que su hijo se convierta en víctima del ciberacoso. Estas situaciones pueden evitarse en el futuro si los padres tienen cuidado antes de proporcionarles a sus hijos una tecnología que les conecta con todo el mundo en un círculo pequeño e íntimo, que les hace vulnerables al ciberacoso.

Por tanto, los padres tienen que estar al tanto de las actividades online de sus hijos en todo momento. Pueden utilizar un programa de vigilancia parental llamado XNSPY, con el que pueden monitorear todas las actividades de sus hijos sin tener que acceder físicamente a sus teléfonos. Al instalar el programa una sola vez en los teléfonos de sus hijos, pueden hacer un seguimiento de su ubicación, sus mensajes de texto, historiales de llamadas, contactos, WhatsApp, Facebook, Skype, historial de navegación, acceder sus fotos y videos, controlar el dispositivo a distancia, y ser capaces de grabar su entorno. Un servicio como este puede ayudar a los padres a prevenir que sus hijos sean acosados online. Para mayor conveniencia, los padres pueden acceder este programa desde cualquier parte, en sus ordenadores o sus teléfonos, con una conexión a Internet.

XNSPY proporciona una experiencia inmejorable de interfaz de usuario, que permite a los menos adaptados tecnológicamente operar el programa con facilidad y no tener que romperse la cabeza interactuando con una página complicada.

Si los padres de Vanessa hubieran tenido conocimiento de este programa de software XNSPY, ella no estaría sufriendo de ansiedad severa y de depresión. Sus padres se hubieran enterado del cruel jueguecito que sus amigos estaban tramando y podrían haber evitado que publicara esas fotos, pero lo hecho, hecho está. Esta tiranía de ciberacosadores a través de grupos de WhatsApp o de otras redes sociales debe terminar de una vez por todas. Por ello, recomendamos a los padres de hoy en día que sean más vigilantes en lo que se refiere a la generación digital, porque el futuro de nuestros niños está en juego.

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