Hoy en día, es casi tarea imposible mantener a sus hijos alejados de los dispositivos digitales. Y por mucho que les guste ver sus dibujos animados favoritos en YouTube, lo que más les acaba interesando es hacerse selfies. Probablemente, eso se debe a que ven cómo sus padres, niñeras y todo el mundo a su alrededor están haciendo selfies en posturas peculiares. No es ninguna sorpresa, ya que esto se ha convertido en parte de nuestra cultura y estamos profundamente apegados a este hábito.

Hay algunos padres preocupados de que, si les dejan a sus niños pequeños hacerse selfies, eso va a acabar afectando su comportamiento y su salud mental durante su desarrollo. Una selfie de vez en cuando no hace daño, pero esta práctica se podría convertir en un juego para los niños. Si los padres permiten que sus hijos tomen un número ilimitado de fotos de sí mismos, acaban por plantar la semilla de un amor propio obsesivo, algo que puede suceder si los padres también hacen sus selfies delante de sus hijos.

Esté Vigilante al Mensaje que Transmiten las Selfies

Ya sabemos que los niños crecen imitando a sus padres, así que, si su madre/padre u otra figura de autoridad modelan un comportamiento narcisista constantemente, su hijo no podrá darse cuenta de que esas acciones no son saludables. Hay daños potenciales escondidos en la cultura de la selfie que, con frecuencia, los padres pasan por alto. No tomamos selfies al azar, nos pasamos bastante tiempo seleccionándolas y editándolas para presentar nuestra mejor fachada.

De hecho, las selfies son una forma de auto-admiración. Da igual la edad, nos proporcionan oportunidades constantes para obsesionarnos con nuestro aspecto y presentación externa. Experimentamos con distintas caras y posiciones para obtener el aspecto ideal. Al tomar selfies, le está diciendo a sus hijos de un modo sutil que su apariencia es crucial y que les quiere por su aspecto.

Hacer poses, cambiar las expresiones faciales, e inclinar la cabeza para tener buen aspecto son prácticas poco saludables. Le enseñan a su hijo a crear una imagen que no encaja con su ser auténtico sino con algo que el mundo considera atractivo. Esta costumbre, a la larga, podría afectar cómo piensa su hijo en la imagen que tiene de sí mismo. Cuando su hijo llegue a la adolescencia, esta costumbre podría convertirse en narcisismo. Estarían constantemente pensando en su apariencia y en conseguir la foto perfecta para recibir la atención de sus compañeros.

Qué Pueden Hacer los Padres

Antes de que este juego inocente de hacerse fotos se convierta en una obsesión, es necesario que los padres actúen. Primero, se empieza por reconocer el problema. Por supuesto, no tiene nada de malo que se haga una selfie con sus hijos o que les deje experimentar con su teléfono. Sin embargo, cuando hablamos de las redes sociales, debemos establecer límites saludables.

Lo primero es lo primero. Debemos tener cuidado con los mensajes que les estamos pasando a nuestros hijos en relación con su imagen. Tenemos la oportunidad de modelar sus mentes mientras son pequeños. Sin duda, no queremos enviar el mensaje de que nuestros hijos solo son buenos y aceptables si hacen alguna cosa en particular. Tales mensajes dejan un vacío en los corazones de sus hijos que ellos tratan de llenar con la búsqueda de aprobación de sus compañeros. Y, cuando llegan a los años de preadolescencia, una selfie con el filtro perfecto puede ser el billete de entrada que están esperando.

Tampoco ha de tomar selfies filtradas delante de su hijo. Evite hacer posturas. En caso de que note que su hijo está tomando demasiadas selfies, necesita tomar una postura firme. No les quite su tablet de inmediato. En vez de eso, hable con ellos. Los pequeños suelen escuchar y son más listos de lo que creemos, así que comience una conversación sobre por qué su hijo se está haciendo tantas fotos. Quizá haga preguntas como “Parece que te has hecho muchas fotos/selfies últimamente. ¿Te lo pasas bien? Si es así, ¿qué es lo que te gusta al respecto?”

Si su hijo todavía es pequeño, aproveche al máximo los controles del tiempo que se pasa en la pantalla. No les deje con la tablet más de dos horas al día. Ayúdeles a participar en otras actividades además de jugar con dispositivos. No se olvide de tomar un momento para considerar con qué frecuencia se toma usted selfies, además de hacerse fotos con su hijo. Después de todo, los niños aprenden principalmente de observar a la gente que les rodea, especialmente sus padres.

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