Una madre nos escribió hace poco contándonos su historia que sirve como ejemplo de que hasta los hijos perfectos pueden tener sus problemas. Aquí tiene su relato en sus propias palabras…

Soy la primera en admitir que no soy una madre estricta para nada. De hecho, creo que las mejores relaciones entre madre e hija (o padre e hijo) son las que se construyen sobre los cimientos de la confianza y la amistad. Por suerte, la vida me ha bendecido con una preciosa hija que nunca ha causado los mismos problemas que otras chicas de su edad. Le va muy bien en el colegio… apenas ha habido alguna ocasión en que no trajera las mejores calificaciones a casa. Es una estrella del lacrosse y además, trabaja como voluntaria en la única clínica veterinaria de nuestra comunidad todas las semanas.

Te haces a la idea. Mi hija es el sueño de toda madre. ¿Quién pensaría que una chica de 15 años pudiera estar libre de problemas? Por muy buena que sea, es una adolescente. Si no encuentra problemas, los problemas la encuentran a ella. Por esa razón busqué la ayuda de este genial programa espía de textos a distancia, XNSPY.

Problemas en el Paraíso

Mi etapa libre de dramas adolescentes terminó cuando me di cuenta de que mi hija había dejado de asistir a su entrenamiento de lacrosse. No le di gran importancia al principio. Asumí que se había cansado o que tenía que ponerse de nuevo en forma para el próximo partido. Entonces pasó una semana y luego otra. Para la tercera semana lo comenté en la cena y ella no hizo más que decirme que me callara, alegando que ya no le gustaba ese deporte como antes.

Pero yo entiendo la turbulenta mente adolescente. Sé que los chicos encuentran algo que les fascina a diario. Mi hija ha sido una estrella del lacrosse desde hace muchos años y por su propio mérito. Le encanta ser parte del equipo. Está orgullosa de ello. La entrenadora la adora, el colegio la adora. Está convencida de que entrará a una buena universidad gracias a su talento.

Por eso supe que algo andaba mal. No hay manera de que mi hija decidiera abandonar sin más ni más algo por lo que se ha esforzado toda su vida en conseguir. Instalé XNSPY en su teléfono para adentrarme en su mente. Ella no me quería contar lo que pasaba, pero yo estaba decidida a enterarme.

Empieza el Monitoreo de Mensajes de Texto

En cuanto instalé la aplicación en su teléfono, empecé a rastrear sus mensajes. Pensé para mí, “quizá confíe a sus amigas lo que no me cuenta a mí.” Ya sé que los adolescentes piensan que sus padres no les entienden. Me avergüenzo de reconocer que no estaba preparada para lo que descubrí.

Durante todo este tiempo, pensé que le pasaba algo a mi hija. Que ella era la causante del problema, su mal humor y su indolencia y el abandonar sus ambiciones. Nunca me hubiera imaginado que los nuevos miembros de su equipo le estuvieran intimidando. Amenazadas por su talento, algunas chicas de su equipo estaban siendo especialmente crueles con ella. Se había quedado sin amigas en el colegio y se sentía desgraciada. Cada conversación que tenía con sus compañeros estaba llena de burlas y amenazas. Esto se había extendido a sus mensajes de texto. Las chicas crueles aprovechaban toda oportunidad de humillarla.

Y todo por conseguir el puesto de capitana del equipo. No me podía ni imaginar que un grupo de quinceañeras fuera suficientemente astuto como para alienar a mi hija de esa manera. Sé que los deportes son competitivos y a veces los chicos se enfrentan entre ellos. Pero los mensajes contenían algo más que rivalidad: era acoso. Mensajes amenazadores, palabras hirientes y exclusión social, eso le sucedía a mi hija. Nunca hubiera sabido nada de esto si no hubiera utilizado mi aplicación de monitoreo de mensajes de texto.

El Desenlace

¿Qué hice cuando supe lo que estaba sucediendo? Tuve una larga conversación con su entrenadora. Le expliqué lo que estaba pasando y cómo mi hija quería dejar sus entrenamientos de lacrosse debido a ello. La entrenadora reunió a todos los padres y nos ayudó a establecer una Regla de No Acoso. Comunicaron ese mensaje a sus hijas. Yo hice lo propio. El hecho de que mi hija fuera la víctima esta vez, no significa que no lo vaya a hacer a otros. El acoso es un círculo vicioso y somos los padres los que tenemos que acabar con esta práctica.

También introduje la aplicación espía de textos que he estado utilizando. Antes de que me diera cuenta, se convirtió en la herramienta de disciplina que nunca supe que necesitaba. Como ya dije antes, mi hija nunca me ha dado razones para monitorearla. A medida que creció, supe que experimentaría nuevas cosas y que se encontraría en situaciones (como esta) donde no sabría qué hacer. Ahora que ya sé lo que pasa en su vida al instante de que pase (porque ella me lo cuenta o porque la monitoreo con XNSPY), puedo estar presente cuando las cosas se ponen difíciles.

Los chicos no tienen siempre la culpa de encontrarse en una situación difícil. A veces, la culpa es de los padres por no ser suficientemente cuidadosos. Nunca supe que requería de un control parental pero ahora que lo tengo, no me puedo imaginar ser madre sin él.

¿Tiene algún consejo parental o historia que desee compartir? Deje un comentario a continuación o escríbanos para salir en este blog.

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