No importa si se trata de que su hijo no puede encontrar sus deberes de matemáticas, o de si se le ha olvidado el almuerzo en casa, la capacidad para resolver problemas es clave para ayudarle a arreglárselas en la vida.

Un estudio de 2010 publicado en Behaviour Research and Therapy descubrió que los niños que carecen de capacidades de resolución de problemas corren más riesgo de caer en la depresión o de llegar al suicidio. Además, los investigadores descubrieron que enseñar a un niño a resolver problemas puede mejorar su salud mental.

Puede enseñarles la resolución básica de problemas desde sus años preescolares y agudizar sus capacidades a medida que progresan a la escuela secundaria.

Razones por las que sus hijos necesitan aprender a resolver problemas

Los niños se enfrentan a una serie de problemas a diario, desde las dificultades académicas hasta las que surgen en el campo de juego. Aun así, pocos cuentan con una fórmula para resolver esos problemas.

Puede que los niños que carecen de capacidades de resolución de problemas eviten actuar cuando se enfrentan a una dificultad. En vez de utilizar sus energías para resolver la cuestión, puede que la utilicen para evitar enfrentarse al asunto. Esa es la razón de que muchos niños se queden rezagados en la escuela o que tengan problemas para mantener sus amistades.

Otros niños que carecen de capacidades de resolución de problemas pasan a la acción sin considerar sus opciones. Puede que un niño golpee a otro que se le ha puesto delante en la cola porque no sabe qué otra cosa puede hacer.

O puede que se vaya de clase cuando le están tomando el pelo porque no se le ocurre otra manera de detener la broma. Esas opciones impulsivas pueden crear problemas mayores a largo plazo.

Enseñe a sus hijos a evaluar el problema

Con frecuencia, los niños que se sienten abrumados o desesperados ni siquiera intentan abordar el problema. Sin embargo, cuando les proporciona una fórmula clara para la resolución de sus problemas, tendrán mayor confianza en su capacidad de al menos intentarlo.

Estos son los pasos para la resolución de problemas:

  1. Identificar el problema. Simplemente enunciar el problema en voz alta puede suponer toda una diferencia para los niños que se sienten estancados. Ayude a su hijo a identificar el problema, diciéndole, “No tienes a nadie con quien jugar en el recreo”, o “No estás seguro de si deberías tomar la clase de matemáticas avanzadas”.
  2. Piense al menos en cinco soluciones posibles. Plantee una lluvia de ideas de las posibles maneras de resolver el problema. Enfatice que no es necesario que todas ellas sean buenas maneras de resolver el problema (al menos no en este punto). Ayude a su hijo a desarrollar soluciones si le cuesta que se le ocurran ideas. Hasta una respuesta tonta o inverosímil puede ser una posible solución. La clave está en hacerle ver que, con algo de creatividad, puede encontrar muchas soluciones potenciales.
  3. Identifique las ventajas y desventajas de cada solución.  Ayude a su hijo a identificar las posibles consecuencias negativas y positivas de cada solución que hayan identificado.
  4. Escoja una solución. Una vez su hijo haya evaluado los posibles resultados positivos y negativos, anímele a escoger una de entre todas las soluciones.
  5. Póngala a prueba. Dígale que pruebe con una solución y vea qué sucede. Si esa no funciona, siempre puede probar con otra solución de la lista que ha construido en el paso dos.

Practique la resolución de problemas

Cuando surjan problemas, no se apresure a solucionarle la papeleta a su hijo. En vez de eso, ayúdele a recorrer los pasos para la resolución de problemas que hemos expuesto con anterioridad. Ofrezca dirección cuando necesite ayuda, pero anímele a resolver sus problemas por su cuenta.

Si es incapaz de pensar en una solución, intervenga y ayúdele a pensar en posibles soluciones, pero no le diga automáticamente lo que tiene que hacer.

Cuando se encuentre con problemas de comportamiento, utilice el enfoque de resolución de problemas. Siéntese con él y diga, “últimamente, has tenido problemas para acabar los deberes. Vamos a buscar una solución a esto entre los dos”.

Puede que tenga que plantear las consecuencias de su mala conducta, pero deje claro que está más interesado en encontrar una solución para que lo haga mejor en el futuro.

También puede utilizar el enfoque de resolución de problemas para ayudarle a su hijo a hacerse más independiente. Si se le ha olvidado meter la ropa del entrenamiento de fútbol en la mochila, pregúntele: “¿Qué podemos hacer para asegurarnos de que esto no vuelve a suceder?” Vamos a intentar crear soluciones que salgan de él.

A menudo, los niños desarrollan soluciones creativas, así que puede que le diga: “Voy a escribir una nota y pegarla en mi puerta para acordarme de meter todo lo que necesito en la mochila antes de irme”, o, “Voy a preparar mi mochila la noche anterior y voy a hacer una lista que me va a recordar lo que tengo que meter cada día”.

Y concédale todos los elogios que pueda cuando su hijo practique la resolución de problemas por su cuenta.

Permita las consecuencias naturales

Las consecuencias naturales también pueden servir para enseñar la resolución de problemas, así que, cuando sea apropiado, permita que su hijo se enfrente a las consecuencias naturales de sus actos. Solo tiene que asegurarse de que esté a salvo mientras lo hace.

Por ejemplo, deje que su hijo adolescente se gaste todo su dinero en diez minutos al llegar al parque de atracciones, si eso es lo que quiere. Después, deje que pase el resto del día sin gastar nada. Esto puede llevar a una charla sobre la resolución de problemas para ayudarle a tomar mejores decisiones la próxima vez. Considere estas consecuencias naturales como momentos propicios para la enseñanza que les ayudan a trabajar en conjunto en sus capacidades de resolución de problemas.

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