¿Quién iba a pensar que en solo cinco años cambiaría toda la estructura de estrategias de marketing conocidas hasta el momento? El contraste de la era previa a 2005 y la era de las redes sociales es tan marcado como el del blanco y el negro. Antes de que tener una cuenta en Facebook fuera tan vital como tener correo electrónico, o un teléfono, las empresas aún estaban enfocadas en estrategias de marketing ortodoxas: qué colores utilizar con su producto, dónde colocar las vallas publicitarias, cuánto tiempo de emisión consiguen sus anuncios. Entonces llegaron las páginas de las redes sociales. La lealtad a las marcas comenzó a medirse no en términos de ventas permanentes, sino en la cantidad de seguidores en Twitter. Los hombres de negocios ya no quedaban en salas de reuniones, sino en LinkedIn. El modo de comunicación entre la gente fue completamente alterado. ¿Cómo iban a ignorar las empresas que más de 1.230 millones de personas estaban integradas en un solo lugar? Y así el marketing saliente se hizo tan importante como el marketing de atracción.
Piense en ello –las empresas se gastaban mucho dinero colocando vallas publicitarias en varios sitios para que los viera gente diferente, y ahora tenían la opción de poner un solo anuncio en Facebook y conseguir que millones de personas lo vieran. No solo ha servido esta idea para reducir costes, sino que las empresas están identificando sus mercados gracias a las redes sociales. Basándose en las páginas que le gustan en Facebook o en lo que publica en Twitter, las multinacionales pueden definir exactamente quién es su cliente. Y gracias a la transparencia de comunicación que representan las redes sociales, la relación entre consumidor y productor es más cercana que nunca. Tomemos el ejemplo de Starbucks: con su página “Mi idea de Starbucks” en Facebook, preguntaron a los consumidores qué es lo que querían que se añadiera o mejorara. Saber que se escucha su opinión hace que el consumidor se sienta más seguro.
El problema de las vallas publicitarias es que algunas personas las verán de pasada, y algunas ni siquiera eso. Se trata de un juego de frecuencia de posibilidades. Por el contrario, puede apostar que unos cuantos millones de personas entrarán hoy en Facebook. ¿Dónde le parece que querrán las empresas promover su producto?
Otra de las estrategias que ha adoptado el marketing de atracción es la de utilizar YouTube para anunciar sus productos. A las empresas les cuesta millones de dólares comprar tiempo de emisión para sus anuncios de 30 segundos varias veces al día. Con YouTube, se puede crear un canal y cargar videos para que todo el mundo los vea. Pueden identificar gracias a las estadísticas demográficas dónde consiguen más visitas. Y si su video se convierte en un éxito con millones de visitas, ¡serán los mismos consumidores los que hagan la promoción! Al fin y al cabo, los consumidores hablan más entre ellos de lo que hablan con las empresas.
Las cadenas de televisión, por ejemplo, están publicando tráileres y avances de sus programas en su página de YouTube. Hasta están creando sus propias páginas de televisión de pago, con lo que, en vez de grabar en su video doméstico, puede simplemente entrar en Internet para ver sus programas favoritos.
Corporaciones multinacionales, como Pizza Hut también están usando Twitter para crear una buena disposición hacia su marca. Esta es otra gran estrategia de campaña en redes sociales. Proyectos como “Da de comer a una persona hambrienta con cada retuit” están básicamente reforzando el nombre de la marca en la mente del consumidor. A más retuits, más gente se está enterando de que su producto existe. Si una cantidad importante de gente empieza a retuitear sobre ello al mismo tiempo, se convierte en un “Tópico del Momento”, lo que en lenguaje de Twitter viene a ser lo mismo que las noticias de los titulares en todo el mundo.
El éxito de mercado se mide ahora en términos de visitas en YouTube, seguidores en Facebook y en Twitter. Si estas no son las plataformas perfectas para dar a conocer su producto, no sé cuáles son.
